La convivencia, el respeto, la tolerancia y los grandes consensos nacionales han sido los pilares de la democracia y el motor de la etapa de mayor prosperidad de la Historia de España. Eso ha sido así con los gobiernos de UCD, con los gobiernos del Partido Socialista y con los gobiernos del Partido Popular. Pero lo rompió deliberadamente un presidente del Gobierno que ha hecho de la división y la confrontación entre los ciudadanos el eje de su política.
Zapatero predica talante a micrófono abierto y a micrófono cerrado reconoce que su objetivo es provocar “tensión”. Es decir, generar crispación. No sólo eso. Incluso ha confesado su intención de “dramatizar” durante la campaña electoral, para sacar rédito político.
La estrategia de Zapatero ha quedado al descubierto. La gran careta del talante se ha caído. Detrás de la máscara del talante, lo que se escondía es un intento deliberado de generar tensión entre los españoles. De provocar enfrentamientos. De agitar a los más radicales.
Nunca más podrá acusar al Partido Popular de ser el que genera crispación. Ahora todos los españoles saben que la crispación es la pieza esencial de la estrategia política y electoral de Zapatero.
No cabe mayor irresponsabilidad en quien ostenta el cargo de presidente del Gobierno. Una nación dividida no puede avanzar ni generar bienestar.
Lo que España necesita es un presidente del Gobierno que busque unir y no dividir. Un presidente del Gobierno que no genere “tensión”, sino que refuerce los grandes consensos nacionales y promueva la convivencia. Un presidente del Gobierno que no se dedique a “dramatizar”, sino a resolver los muchos problemas que tienen los ciudadanos, con serenidad, solvencia y sentido de Estado.
Este el proyecto de Mariano Rajoy y del Partido Popular para esta hora de España: sumar, unir y convocar a los 45 millones de españoles a un proyecto común de convivencia y bienestar para todos.
Zapatero predica talante a micrófono abierto y a micrófono cerrado reconoce que su objetivo es provocar “tensión”. Es decir, generar crispación. No sólo eso. Incluso ha confesado su intención de “dramatizar” durante la campaña electoral, para sacar rédito político.
La estrategia de Zapatero ha quedado al descubierto. La gran careta del talante se ha caído. Detrás de la máscara del talante, lo que se escondía es un intento deliberado de generar tensión entre los españoles. De provocar enfrentamientos. De agitar a los más radicales.
Nunca más podrá acusar al Partido Popular de ser el que genera crispación. Ahora todos los españoles saben que la crispación es la pieza esencial de la estrategia política y electoral de Zapatero.
No cabe mayor irresponsabilidad en quien ostenta el cargo de presidente del Gobierno. Una nación dividida no puede avanzar ni generar bienestar.
Lo que España necesita es un presidente del Gobierno que busque unir y no dividir. Un presidente del Gobierno que no genere “tensión”, sino que refuerce los grandes consensos nacionales y promueva la convivencia. Un presidente del Gobierno que no se dedique a “dramatizar”, sino a resolver los muchos problemas que tienen los ciudadanos, con serenidad, solvencia y sentido de Estado.
Este el proyecto de Mariano Rajoy y del Partido Popular para esta hora de España: sumar, unir y convocar a los 45 millones de españoles a un proyecto común de convivencia y bienestar para todos.
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