- La asociación recuerda que Cantabria es la comunidad con más emplazamientos reservados para almacenarlo.
Greenpeace alertó hoy de que el almacenamiento subterráneo de CO2 es "arriesgado" y la tecnología para la captura del dióxido de carbono es "cara, despilfarra energía y entraña riesgos significativos".
Así se pone de manifiesto en el informe 'Falsas Esperanzas: por qué la Captura y Almacenamiento de Carbono no salvará el clima', presentado hoy por la asociación y en el que, además, se subraya que Cantabria es la comunidad con más emplazamientos reservados para almacenar dióxido de carbono, uno en la costa de Suances a Santander y otro frente a las costas de San Vicente de la Barquera.
Según la organización ecologista, la captura y almacenamiento de carbono, al tratarse de una tecnología que "todavía no está probada, es cara y potencialmente peligrosa, no debería servir como excusa para continuar construyendo centrales térmicas de carbón bajo la promesa de que estén preparadas para capturar".
En su opinión, el desarrollo futuro de esta "hipotética tecnología" que pretende capturar el CO2 procedente de las chimeneas de las centrales térmicas y almacenarlo en depósitos subterráneos "está promovido por el sector del carbón, como justificación para la construcción de nuevas centrales".
Sin embargo, Greenpeace sostiene que este sistema "no ayudará a evitar el cambio climático, despilfarra la energía, es arriesgado y caro". En palabras de Raquel Montón, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace, "enterrar el carbono es enterrar el dinero necesario para las verdaderas soluciones, como las renovables, y sepultar el futuro de las próximas generaciones".
El informe sobre Captura y Almacenamiento de Carbono (CAC) presentado por la organización conservacionista se basa en estudios científicos independientes revisados externamente por expertos.
En él se asegura que el almacenamiento subterráneo de carbono es "arriesgado" y se recalca que "no es posible garantizar el almacenamiento seguro y permanente de CO2". Según sostiene, "incluso unos niveles de fugas muy bajos podrían minar cualquier esfuerzo para mitigar el cambio climático".
PARA 2030, COMO PRONTO.
En cuanto a la tecnología de captura, la asociación dice que "no ofrece una solución que evite a tiempo un cambio climático peligroso", ya que no se prevé que esta tecnología esté disponible antes de 2030, "como muy pronto", cuando para evitar los peores impactos del cambio climático, las emisiones globales de gases de efecto invernadero tienen que empezar a reducirse en 2015.
Además, estima que esta tecnología, al ser cara, podría duplicar los costes de las centrales y aumentar el precio de la electricidad entre un 21% y un 91%, mientras el dinero invertido en CAC "alejará las inversiones de las soluciones sostenibles para el cambio climático". A todo ello se suma, según Greenpeace, el hecho de que esta tecnología "representa una amenaza para la salud, los ecosistemas y el clima".
Para la asociación, la propuesta para el borrador de la Directiva sobre el almacenamiento geológico de dióxido de carbono publicada por la Comisión Europea es "precipitada y deficiente" y, además, "muestra la influencia de los grupos de presión de la electricidad y la energía a la Comisión para que proporcione incentivos financieros para la CAC".
Asimismo, Greenpeace denuncia que la Estrategia Española de Cambio Climático y Energía Limpia para 2007-2020 "incentiva de manera desproporcionada la CAC frente al resto de alternativas".
Así se pone de manifiesto en el informe 'Falsas Esperanzas: por qué la Captura y Almacenamiento de Carbono no salvará el clima', presentado hoy por la asociación y en el que, además, se subraya que Cantabria es la comunidad con más emplazamientos reservados para almacenar dióxido de carbono, uno en la costa de Suances a Santander y otro frente a las costas de San Vicente de la Barquera.
Según la organización ecologista, la captura y almacenamiento de carbono, al tratarse de una tecnología que "todavía no está probada, es cara y potencialmente peligrosa, no debería servir como excusa para continuar construyendo centrales térmicas de carbón bajo la promesa de que estén preparadas para capturar".
En su opinión, el desarrollo futuro de esta "hipotética tecnología" que pretende capturar el CO2 procedente de las chimeneas de las centrales térmicas y almacenarlo en depósitos subterráneos "está promovido por el sector del carbón, como justificación para la construcción de nuevas centrales".
Sin embargo, Greenpeace sostiene que este sistema "no ayudará a evitar el cambio climático, despilfarra la energía, es arriesgado y caro". En palabras de Raquel Montón, responsable de la campaña de Cambio Climático de Greenpeace, "enterrar el carbono es enterrar el dinero necesario para las verdaderas soluciones, como las renovables, y sepultar el futuro de las próximas generaciones".
El informe sobre Captura y Almacenamiento de Carbono (CAC) presentado por la organización conservacionista se basa en estudios científicos independientes revisados externamente por expertos.
En él se asegura que el almacenamiento subterráneo de carbono es "arriesgado" y se recalca que "no es posible garantizar el almacenamiento seguro y permanente de CO2". Según sostiene, "incluso unos niveles de fugas muy bajos podrían minar cualquier esfuerzo para mitigar el cambio climático".
PARA 2030, COMO PRONTO.
En cuanto a la tecnología de captura, la asociación dice que "no ofrece una solución que evite a tiempo un cambio climático peligroso", ya que no se prevé que esta tecnología esté disponible antes de 2030, "como muy pronto", cuando para evitar los peores impactos del cambio climático, las emisiones globales de gases de efecto invernadero tienen que empezar a reducirse en 2015.
Además, estima que esta tecnología, al ser cara, podría duplicar los costes de las centrales y aumentar el precio de la electricidad entre un 21% y un 91%, mientras el dinero invertido en CAC "alejará las inversiones de las soluciones sostenibles para el cambio climático". A todo ello se suma, según Greenpeace, el hecho de que esta tecnología "representa una amenaza para la salud, los ecosistemas y el clima".
Para la asociación, la propuesta para el borrador de la Directiva sobre el almacenamiento geológico de dióxido de carbono publicada por la Comisión Europea es "precipitada y deficiente" y, además, "muestra la influencia de los grupos de presión de la electricidad y la energía a la Comisión para que proporcione incentivos financieros para la CAC".
Asimismo, Greenpeace denuncia que la Estrategia Española de Cambio Climático y Energía Limpia para 2007-2020 "incentiva de manera desproporcionada la CAC frente al resto de alternativas".
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